Tucumán cuenta con un equipo en la primera división del Fútbol Argentino:"Club Atlético San Martín"

viernes, 2 de enero de 2009
EL NACIEMIRNTO

El Club Atlético San Martín es la consecuencia del entusiasmo de 14 jóvenes de la barriada sur de la capital de Tucumán, más precisamente la esquina de Ayacucho y Lavalle. Estos apasionados deportistas tenían la idea de crear un club y estaban de acuerdo en que se llamaría San Martín.
Aquellos muchachos se llamaban Romelio Castro, Ezequiel Riquelme, Secundino Torossi, Medardo Figueroa, Ramón Méndez, Zacarías Robles, Segundo Medina, Manuel Reynoso, Justo González, Alberto Muruaga, Segundo Rivero, Amado Pereyra, Angel Suárez y Ramón Romano. Se reunían en la casa de Riquelme y en la de Torossi, hasta que se firmó el acta de fundación en la noche del 2 de noviembre de 1909. No se imaginaban estos jóvenes de la esquina conocida como La Laguna, porque se inundaba cada vez que llovía, la trascendencia que tendría ese modesto club, que nació como representante de una barriada, para terminar convirtiéndose en el símbolo de una provincia. Desde ese momento el Club San Martín fue creciendo y metiéndose en el corazón de los tucumanos, para convertirse en uno de los más importantes y populares no sólo de la provincia, sino a nivel nacional. Sus seguidores fueron multiplicándose día a día, acompañando un proceso de crecimiento institucional que fue paralelo a la obtención de grandes e inolvidables logros deportivos. Aquel puñado de apasionados deportistas conforman la escencia que dio vida a un sentimiento único, maravilloso, que despierta cada vez que el equipo sale a la cancha a defender el prestigio de esa camiseta que nació y perduró en el tiempo como un símbolo que envuelve tanta pasión. Por todo lo que fue, es y será San Martín los nombres de esos jóvenes ocuparán siempre un lugar destacado en la galería de los recuerdos. Fue su primer presidente Romelio Castro y los colores que eligieron para la camiseta se inspiraron en los usados por los gloriosos granaderos de San Martín y en el escudo, esas franjas verticales rojas y blancas son 11, porque representan a los 11 jugadores del equipo.






LA CANCHA - EL ESTADIO

Hoy es difícil imaginar un club sin estadio, porque el estadio es el corazón de las instituciones, el que les da vida. Actualmente San Martín tiene uno de los mejores estadios del interior del país pero, para llegar a ello debió recorrerse un largo camino. El inicio de la vida deportiva de San Martín fue modesto en recursos económicos. Por tal motivo, su primera cancha fue sumamente precaria. Apenas tenía los palos que forman el arco y las rayas marcadas con cal. El lugar era conocido como "la plaza de los burros", porque allí pastaba habitualmente un grupo de burros. Este terreno, ubicado en el predio comprendido entre Bolívar, Rondeau, Ayacucho y Chacabuco, es ocupado actualmente por el Hospital de Niños. Durante casi siete años, los primeros desde su fundación, San Martín utilizó este campo de juego. En 1916, cuando ya estuvo organizado como institución y comenzó a intervenir en tornes oficiales, cambió de cancha. Por gestión de sus activos dirigentes, ese año se afincó en el conocido Gimnasio Saenz Peña, ubicado en Avenida Alem y Rondeau, donde actualmente tiene su sede el Club Central Córdoba. Allí constituyó su reducto; un verdadero fortín. Ganar allí, para los visitantes, fue prácticamente una misión imposible. Pero, antes de terminar la década, hubo una nueva mudanza. Del viejo Gimnasio Saenz Peña pasó al Gimnasio del Sport, ubicado en Avenida Sarmiento y Laprida. Era una cancha sin cerca olímpica. Los partidos eran seguidos con atención por los aficionados que parados ordenadamente al costado del campo de juego, no se perdían detalle de cada jugada. El órden sólo se alteraba con un gol, una jugada de riesgo, o algún fallo discutible. Entonces entraban en acción los efectivos policiales o unos personajes que conformaban la familia popular del fútbol de aquella época y actuaban como eficaces colaboradores del árbitro al evitar cualquier roce entre el público y los jugadores. Al ingresar a la década del 20, la popularidad de San Martín crecía en forma acelerada. Día a día aumentaba la legión de seguidores que no se perdían ninguna presentación del equipo. El título logrado en 1919, cuando se organizó el primer campeonato por la Federacón Tucumana de Fútbol, colaboró en gran medida al crecimiento de la popularidad. Esta situación levó a los dirigentes a pensar en tener un estadio propio y confortable. La idea original fue adquirir la manzana que se venía utilizando, para construir alguna tribuna. Todo parecía encaminarse hacia la concreción de la operación, ya que Alejandro Dell'Aqua, entonces presidente, ofreció facilitar en préstamo al club la suma de $ 8.000.-, pedida por los propietarios del terreno pero, problemas surgidos a último momento, frustaron la compra aunque no desanimaron a los hombres que guiaban los destinos de la institución. El 19 de mayo de 1922 se aprobó el proyecto del estadio propio y en setiembre de ese año se inició la colocación de acciones para el financiamiento de la obra. En diciembre, una asamblea general dio el visto bueno para la compra de un terreno ubicado entre Rondeau, Bolívar, La Rioja y Alberdi. Se pagaron $ 30.300.- y en abril del año siguiente se extendió la escritura correspondiente al inicio de los trabajos para dejar en condiciones el primer "Stadium" (como se lo denominaba en esos tiempos) que fue inaugurado en julio de 1925. Todo el esfuerzo sirvió de poco. Llegaron momentos difíciles en lo deportivo y en lo económico. En su nueva cancha, el equipo no logró conquistar ningún título oficial. Esa racha adversa arrastró múltiples problemas financieros. Las deudas crecieron y fue necesario desprenderse de las tierras para paliar la situación. A fines de 1929 abandonaba esa manzana y dejaba enterrada allí todas sus ilusiones. Había que empezar de nuevo. Los dirigentes aprendieron la lección. Pronto recuperaron el espíritu progresista que siempre acompañó a quienes estuvieron al frente de la institución. Durante la gestión presidencial del Ingeniero Mario Bron, en 1930, se adquirió el inmueble de Avenida Pellegrini y Bolívar. Dos años después se inauguró lo que es el actual estadio de San Martín, en el barrio de La Ciudadela. Estaba visto que la vida y el reinado de la institución se radicaría para siempre en el centro de las acciones de aquella gloriosa Batalla de Tucumán, en el Campo de las Carreras. Casi al final de la década el patrimonio institucional logra incrementarse con la adquisición de unos terrenos en calle Lavalle al 1500, donde se levantó el "Solar de los Deportes", escenario de jornadas inolvidables en lo deportivo y en lo social, ya que también allí se ubicaba la sede administrativa. En esta etapa de afianzamiento institucional y deportivo, las mejoras que se habían llevado a cabo en el estadio y en el "Solar de los Deportes" representan una erogación muy superior a los ingresos que por entonces disponían quienes tenían la responsabilidad de gobernar el club. Los dirigentes debieron aportar de su peculio personal para salvar a la institución de sus amores, pero era necesario lograr mayores ingresos para proseguir con la tarea empeñada y cumplir con las obligaciones contraídas. La esquina de Alberdi y Las Piedras sirvió de escenario para que los dirigentes organizaran los primeros bailes de carnaval con miras a recaudar los fondos necesarios en aquella emergencia. Años más tarde los festivales continuaron con gran éxito en la amplísima pista construída en el "Solar de los Deportes" de tal forma que por muchos años pasó a ocupar los primeros puestos entre los grandes bailes del carnaval de antaño. Este clamoroso éxito, aparte de retemplar el esfuerzo de los dirigentes, permitió cancelar la casi totalidad de los compromisos que desde algunos años atrás eran motivo de preocupación. En el año 1955 la Comisión Directiva que por entonces regía los destinos de la institución afrontó la enorme responsabilidad de proceder a la demolición de la vieja tribuna metálica que, ubicada en el sector central, lado oeste del estadio, hacía las veces de oficial o tribuna para los socios. Inaugurada en 1932 y por espacio de 23 años fue parte animada de vida dentro del propio desenvolvimiento vital del club. No sin justificada emoción y hasta con un disimulado temor, en una mañana de abril el señor Francisco San Juan, que tuviera el honor como presidente de inaugurarla, recibió el encargo especial de dar la picada inicial que marcaba el comienzo de su desmantelamiento y posterior demolición. Unos meses más tarde ya mostraban su porte imponente las 33 columnas de elevada altura que servirían de base para lo que en la actualidad es la tribuna de plateas centrales. Nuevas tribunas oficiales sobre el sector noroeste, ampliación delas populares que dan a calle Bolívar, cabinas para el periodismo, la construcción de 800 butacas, modernos vestuarios para los equipos y árbitros, sanitarios, enfermería y otras obras sirvieron para demostrar a propios y extraños que San Martín crecía cada día un poco más y ya por esos años era motivo de orgullo para el deporte tucumano. Mucho tuvo que ver en este permanente progreso edilicio que mostraba el estadio de La Ciudadela la participación por primera vez en el Torneo Nacional de 1968. Durante la presidencia del señor Ernesto García Soaje San Martín creció a pasos agigantados y sobre todo en lo que a obras en el estadio se refiere, llevándose se capacidad de 12.000 personas a 22.000 a fines de 1968. Este hecho permitía por su comodidad lograr una mayor concurrencia de espectadores y por ende que las recaudaciones fueran aumentando permanentemente. En la fría y lluviosa noche del 25 de octubre de 1968 se presentaba en La Ciudadela el primer equipo de San Lorenzo de Almagro. Esa noche, antes del choque futbolístico entrelos dos "santos" se cumpliría un acto que tuvo contornos de honda emoción. Otro de los grandes sueños se hizo realidad: la iluminación del estadio. El R.P. Amado Dip procedió a bendecir las instalaciones de la nueva iluminación y la Banda del Regimiento 19 de Infantería, entre la ovación de la multitud, ponía más brillo aún a la magnífica fiesta que en esos momentos estaba viviendo el barrio. El humo y el colorido de los fuegos artificiales, las banderas que ondeaban en las tribunas y los bombos acompañando los cánticos y estribillos de la hinchada, ponían su nota emotiva. El balón comenzó a rodar de uno a otro lado del campo de juego, de un campo que parecía estar iluminado por los rayos del sol, debido a la magnífica luminosidad de 4.160.000 lúmenes, que llegaban al verde rectángulo a través de 126 proyectores colocados en las 6 torres de iluminación. Al final del partido dividieron honores. Cero a cero fue el resultado. Desde el instante mismo en que el Ingeniero Natalio Mirkin asumía la presidencia del club en 1973 se comprometió a continuar los ambiciosos planes tendientes a dotar al estadio de mayores comodidades. Es así que se decide encarar la ampliación de las tribunas populares sobre calles Rondeau y Avenida Pellegrini y, en agosto de 1976, se inaugura la ampliación sobre el sector sur que daban cabida a 3.500 personas, con lo que el estadio tenía ya una capacidad de 25.500 espectadores. Unos meses más tarde, mayo de 1977, se habilita la ampliación de la tribuna que da espalda a la Avenida Pellegrini para 5.000 espectadores más, lo que hizo ascender la capacidad del estadio a 30.500 aficionados. Lo destacado del caso es que en estos trabajos, en donde se invirtieron sumas varias veces millonarias, no se apeló a hipotecar los bienes de la institución -autorizada por asamblea-, sino que las obligaciones fueron avaladas personalmente por los dirigentes y su esfuerzo mancomunado.














EL COMPLEJO
La vida institucional de San Martín cumplió diversas etapas. En 1973 se inició una que sería fundamental para el despegue definitivo en lo que a su crecimiento se refiere, cuando el Ingeniero Natalio Mirkin llegó a la presidencia del club, acompañado por un grupo que estaba dispuesto a trabajar fuerte para lograr lo que para muchos se asemejaba a una misión imposible.
El fútbol fue, es y será el principal patrimonio de San Martín; a través de él creció y se hizo grande. Pero con el correr de los años, el fútbol dejó de ser algo exclusivo en su vida. Otras actividades se fueron incorporando paulatinamente con diferente suceso. El desaparecido "Solar de los Deportes" fue utilizado durante mucho tiempo como anexo deportivo. Pero llegó el momento en que fue necesario crecer porque todo lo existente había quedado chico. Y la idea de construir un complejo deportivo comenzó a rondar por la mente de los dirigentes.
El proyecto fue tomando forma desde el momento que asumió la directiva. "El nuevo San Martín" fue el lema que acompañó a Mirkin y su gente. Ellos, con hechos concretos, se encargaron de que a las palabras no se las llevara el viento.
La tarea no fue sencilla. Muchos obstáculos aparecieron en el camino. A pesar de ello siguieron adelante. Así fue que el paso inicial consistió en lograr el terreno para ejecutar la obra. Después de muchas y arduas gestiones, se logró un espacio de 17 hectáreas cedidas por el gobierno provincial en concesión. Está ubicado en la zona de Cebil Redondo, sobre el Camino del Perú, en las adyacencias del ex Ingenio San José, en lo que podrían ser las primeras estribaciones de Horco Molle, y que también, en el fondo, abarca el norte de Marcos Paz y Yerba Buena. Tiene por marco en ese costado la magnificencia de la naturaleza serrana, con su exuberante vegetación y la grandeza de toda la montaña que forma la cadena del Aconquija.
A fines de 1977 se iniciaron las obras. Un ejército de hombres y máquinas realizaron una febril tarea que estuvo controlada de cerca por Daniel Navarro Abadié, un sanmartiniano de alma. El arquitecto Mario Fernández Bravo fue el encargado de dirigirlas. El 17 de diciembre de 1978 el sueño se hizo realidad. Ese día fue oficialmente inaugurado el "Complejo General San Martín" (hoy Complejo Ingeniero Mirkin), el más amplio y completo de todo el noroeste argentino. Una verdadera obra de titanes, orgullo de la familia "santa".
La jornada inolvidable se vivió intensamente, como correspondía. Desde muy temprano, una caravana de vehículos, que partió desde Lavalle y Próspero Mena, lo que era entonces "El Solar de los Deportes", recorrió las calles de la ciudad, pasó por el estadio de La Ciudadela, para seguir por Avenida Colón, Avenida Mate de Luna, Camino del Perú, hasta el Complejo. Una antorcha olímpica fue portada desde el Palacio de los Deportes por una posta atlética que, en su recorrido, unió la Plaza Independencia con la Casa Histórica, el Palacio Municipal y el Complejo
El izamiento de la enseña nacional fue acompañado con los acordes de la Banda del Regimiento 19 de Infantería que posteriormente ejecutó el Himno Nacional. Se procedió a bendecir las instalaciones y hubo suelta de palomas y de globos. No faltaron los discursos ni las actividades deportivas. El programa de actos se cerró con un fogón criollo que se inició cuando la noche se incorporó como una invitada más a los festejos.
Las instalaciones básicas que se inauguraban abarcan cerca olímpica, forestación con 1.500 ejemplares diversos, caminos internos vehiculares con playas interiores de libre estacionamiento, caminos peatonales, a cuya vera hay plantas con flores, un lago artificial de 6.000 m2 que permite la navegación con botes y la práctica de la pesca, un tanque en altura de 30.000 litros, con pozo de bombeo con agua cristalina y pura, aprobada en su salubridad por organismos bioquímicos especializados, edificios de 1.200 m2 de superficie cubierta con vestuarios de primera categoría, agua fría y caliente, oficinas administrativas, sala de primeros auxilios, consultorios médicos, salón para actividades sociales, culturales y recreativas, varios quinchos, 1.000 m cubiertos más sombrillas playeras a la par de los mismos, parrillas individuales, cantina, bar, comedor, 2 canchas de fútbol, 3 de voleibol, 3 de basquet, una de rugby, 5 de tennis, una pileta de natación para niños, otra olímpica de 21 por 50 metros, pista de atletismo, canchas de hockey y patín, guarderías infantiles, kinder club y salas especiales para jugar ajedrez.
El Complejo nació como un ambicioso proyecto de un grupo de soñadores que no se conformaron con lo que San Martín tuvo al promediar la década del 70. Creció a través del espíritu inquebrantable de los dirigentes que les sucedieron y posibilitaron no sólo su mantención, sino su mejora y ampliación constante. Hoy es una realidad que disfrutan todos. Un ejemplo que demuestra que cuando hay ganas, iniciativa y dedicación, nada es imposible. San Martín tiene un magnífico Complejo Polideportivo y su gente se siente orgullosa de ello.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"A"guante "A"tletico de tucum"A" cpo del norte "A"rgentino y el kpo tucum"A"n
somos de 1ra"A" cagate ciruja puto vos sos de la "B" HAJJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJJAJA
AJAJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJJAAAAAAAAAJAJAJAJJAJAJAAJAJA

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